Comencemos definiendo ambos conceptos, renta fija y variable:
- Renta fija: La inversión típica en renta fija es la adquisición de bonos u obligaciones. De esta manera nos convertimos en acreedores de la entidad que emite la obligación. Esta entidad puede ser pública (por ejemplo, bonos del tesoro) o privada (bonos corporativos). Los bonos suelen ofrecer un cupón que es la rentabilidad del propio bono. Este cupón consiste un pago periódico al poseedor del bono. Una vez los bonos alcanzan su fecha de vencimiento, se devuelve al comprador del bono el importe inicial depositado.
- Renta variable: La renta variable hace referencia a los títulos (acciones) que conforman el capital social de una empresa. Invirtiendo en renta variable te conviertes en socio de una compañía y tienes los derechos propios de un accionista. Entre estos derechos está el derecho a voto en la junta de accionistas y el cobro de dividendos. Todos los días, en los mercados de valores, el precio de las acciones de las compañías varían. La rentabilidad típica de un inversor de renta variable vendrá dada por la revalorización de las acciones adquiridas.
Renta fija e inflación
A priori, la renta fija parece un modelo de inversión muy seguro. Siempre y cuando la entidad emisora sea sería y cumpla con sus obligaciones. Garantizas una rentabilidad fija sobre una cantidad de capital que lo volverás a tener disponible a vencimiento.
De hecho los bancos implementan este modelo de negocio a través de los créditos. En este caso es el banco el que “compra” la obligación de una empresa o un particular de devolverle un dinero prestado con un interés acumulado
Sin embargo, lo que puede parecer una buena idea, hay que cogerlo con pinzas ya que la renta fija se enfrenta a un problema de base de nuestra economía: la inflación.
Inflación
Este es el gran problema al que nos enfrentamos en la renta fija. La inflación se “controla” desde los bancos centrales, cuando imprimen dinero el valor de la propia divisa se devalúa. ¿Y para qué pueden querer imprimir más dinero?, pues por ejemplo para que los estados puedan hacer frente a sus deudas con mayor comodidad.
El problema está en que cuando generan inflación, tiende a desbocarse. Los precios acaban disparándose y podemos llegar a ver en periodos muy cortos de tiempo devaluaciones muy grandes de la moneda.
Esto significa que si los periodos de inflación nos coge en liquidez o invertidos en bonos perdamos mucho poder adquisitivo. Pongamos por caso que tenemos un bono que nos da el 4% de rentabilidad anual, en caso de que la inflación se dispare un 10% ya estaremos perdiendo poder adquisitivo.
Fundamentos de la renta variable
En renta variable compras negocios. Mejor dicho, compras una porción de un negocio al adquirir un paquete de acciones. Si bien es cierto que son muchas las compañías que reparten dividendos, en ningún caso puede compararse con las cuotas de los bonos. Cada vez que una compañía reparte el dividendo, descuenta el valor de su precio de cotización.
Con la renta variable no hay limites a priori. El precio que puede alcanzar una acción que está infravalorada no está acotado, por lo que puede multiplicarse por varias veces sin ningún problema en un plazo determinado (corto o largo). Así mismo el valor puede también bajar de la misma forma.
Volatilidad
Si hay algo de lo que no puedes escarpar en renta variable es de la volatilidad. Los precios de las acciones cambian a diario y antes una mala noticia macroeconómica puede haber caídas de vértigo. La clave está en si está en si, tras las caídas, las compañías mantienen sus fundamentales. Si realmente esas caídas son “humo”, las compañías saldrán del agujero a largo plazo.
Ahora bien, ¿Cuánto se tarda en salir del agujero?. La respuesta no es determinada y realmente pueden ser años. En general se considera largo plazo a partir del 5-7 años. Una crisis global puede hacer que el precio de una acción caiga “más de lo que debe” y se mantenga en valle durante varios años, la paciencia del inversor es fundamental.
Esto nos lleva a otro punto crítico. Invierte en renta variable solo el dinero que no vayas a necesitar ni a corto ni a medio plazo. La volatilidad puede jugarte una mala pasada.
Inflación
Aquí es donde la renta variable nos da un escudo protector implacable. Cuando la divisa se devalúa las buenas compañías repercuten en subidas de precios el nuevo escenario. Por tanto, a largo plazo las cuentas de resultados quedarán compensadas. Por ejemplo imaginemos una empresa de sillas competente y bien gestionada que vende sus sillas a 100 euros, si la inflación se dispara acabará vendiendo sus sillas a 500 euros. Esto permitirá que los propietarios de esta empresa puedan como mínimo mantener su poder adquisitivo.
Lo mismo sucede con otros activos reales como el inmobiliario. En caso de que tengas una casa alquilada y la inflación se dispare, acabarás repercutiendo esa nueva realidad en el precio del alquiler.
Diferencia entre renta fija y renta variable
Dentro del mundo de la inversión, en muchas ocasiones atribuye a la renta fija como de bajo riesgo, pero como hemos visto la renta variable es la que mejor protege nuestro patrimonio a largo plazo.
La inversión en valor es por definición a través de renta variable. La renta variable te protege de la inflación y te permite incrementar tu poder adquisitivo adquiriendo compañías con buenas perspectivas a largo plazo.
Eso si, vas a tener que pagar un alto precio psicológico, el de la volatilidad. Desde luego no es nada fácil ver como el valor de tus activos pierden la mitad de su valor y seguir apostando por ellos, por muy convencido que estés a través del análisis fundamental.